Se evaporaban las lágrimas al calor de tus besos,
entre tus palabras quedas se colaban los silencios;
la miel de tus labios endulzaba la amargura
y se encendía la noche oscura ante la luz de la locura;
En tu cándida mirada cuajaban los sentimientos,
nos envidiaban las estrellas desde el alto firmamento.
El claro amanecer nos regalaba ya la calma
bautizando las promesas que sellaron nuestras almas,
mientras fenecían las penas al confín de la memoria
haciendo de mí tu vida, haciéndote a tí mi gloria.
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