Bajo el oscuro mirar de la luna, cerró sus ojos claros.
El sol quedó en el balcón, encerrado.
Bajo el ligero susurro de un beso asustado,
se cerró el telón de sus labios.
Escuchaba el temblar de sus deseos,
el miedo tiritando en su sien.
Despacio, para deslizarme en su fricción.
Suave, para no desteñir el escalofrío de su piel.
Besos presos de mi arrojo y su coraje,
labios difíciles de ceder y que después se ofrecen.
Escurriéndose entre beso y beso, un deseo,
palabras más rojas que sus labios parecen.
Besos fabricados en mis años,
en modos, longitudes y tamaños
Que nadie fue capaz de merecer.
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